Danza y poesía, palabras en movimiento.
Danza y poesía-Palabras
en movimiento
En 1903, Rubén Darío
asiste al estreno de Isadora Duncan en Paris. El resultado será “Miss Isadora
Duncan”. En ella Darío reflexiona sobre varias cuestiones: “la rareza de
Isadora”, la belleza de sus movimientos, y pone en juego dos problemáticas
intensas: cómo representar por escrito el movimiento de la danza y la relación
del ritmo entre danza y poesía. Para el primero de los puntos, Darío elige
comparar a Isadora con las pinturas y las artes clásicas y “ponerlas en movimiento”.
Sumando "el gesto anterior y el gesto posterior” a las artes inmóviles, da con
el movimiento de Isadora. En cuanto al ritmo encuentra en ella un poema
encarnado cuya rítmica es equiparable a su propia poética.
Rubén Darío ve
en la bailarina una suma de arte, filosofía, ciencia pero fundamentalmente,
un cuerpo en movimiento y una escena cultural.
Existe una homología entre
las figuras verbales y las figuras caminantes. Esa insistencia en utilizar el simbolismo de la danza en sus escritos, es otra manera de glorificar y reinvindicar el valor del cuerpo. En el poema
"Liminar" de Cantos de Rubén Darío utiliza la metonimia del ritmo y la música
para la danza, realizando un desplazamiento que le permite asimilar la teoría
de Duncan a la suya acerca del hecho poético. El cuerpo vibrante de la
bailarina es también el cuerpo de la poesía. En su crónica periodística de 1927, Los funerales de Isadora Duncan, Cèsar Vallejo escribió desde París, a modo de despedida y de declaración de amor a la danza: "La tierra retiene para siempre el latido de sus pies desnudos, que ritman el latido de su corazón". Platón habló del
poeta como de esa cosa “liviana, alada, sagrada”. Lo mismo se podría decir de
una bailarina o de un bailarín.
Octavio Paz concebía la poesía como la
erotización del lenguaje y al amor como la poetización del sexo. Otra danza. El
cuerpo de la bailarina es el mismo cuerpo de la poesía. Una antigua
danza sagrada se mueve con las palabras del poeta. El ritmo universal que
señaló Rubén Darío. La danza se une a la poesía en los rituales de la guerra y
el amor. Las palabras desplazándose
y atrayéndose mutuamente: Danza y poesía. El cuerpo que dibuja con sus pasos una
metáfora que no se puede aprehender porque es más rápida que la inteligencia. Y
los acentos sobre las frases, antiguos tambores de intensidades que señalan una
danza.
Las danzas de
Duncan, según Darío, serían poemas de actitudes y gestos sujetos al ritmo
personal. La bailarina de los pies desnudos atraía el amor de los poetas.
¿A una manera de
moverse correspondería una manera de usar las palabras? Un lenguaje en
movimiento. Acaso los poetas intuyen que sus palabras son las líneas de una
danza ligera y corporal.
Según Nietzsche
lo grave y lo pesado ha de ser superado por la ligereza de la danza, por eso a
la hora de establecer criterios de valor señala que nuestra primera cuestión
sobre el valor de un libro, de un ser humano o de una composición musical es:
¿pueden ellos andar? Incluso más ¿pueden ellos bailar?
Para el
filósofo y poeta alemán, la danza forma, junto con la música y el poema, la tríada fundamental
de expresión estética dionisíaca; en el fondo es el cuerpo el que se eleva con
la danza a un lugar privilegiado. Un segundo nivel, tiene un perfil más
alegórico y metafórico, al poner la danza en relación con el pensamiento y el
lenguaje. Y por último un tercer nivel en el que la danza constituye como la
serpiente, la vida entre los dedos y es precisa la agilidad de un bailarín para
seguirla sobre sus caminos tortuosos.
Esa
imagen del bailarín que se eleva sobre la tierra, también reconcilia al
filósofo y al poeta, al sabio y al artista, simbolizando simplemente lo
viviente.
El que danza reconoce la
realidad con la ‘punta de su pie’, al mismo tiempo que dialoga con la
tierra que le soporta y con el cielo que le atrae, expresando con su cuerpo y
sus movimientos todo un homenaje a la vida.
Para el poeta Paul Valery de la cadencia de la marcha y el
ritmo del corazón, surgen música y danza, y del ritmo de la música la rima de
la palabra. En la danza fue primero la imitación, después el símbolo. En la
poesía primero la rima, después la elaboración compleja de las ideas. Cuando
más ritmo/rima tienen la música y la poesía, más cerca se encuentran de sus
estadios primeros.
A raíz de sus dos afirmaciones
concluye el escritor, que la realización de cualquier obra de arte es un arte
ella misma que tiene como pretexto la obra, pero en la que en realidad el tema
es siempre la acción y la acción, en todas las artes, es siempre danza.
Asegura que la danza es una poesía general de la acción de los seres vivos y
escribe la metáfora de la metáfora diciendo que esta figura del lenguaje es una
pirueta de la idea.
Marcela Galván
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