La simbología de la ventana en el arte.

La ventana es símbolo de apertura, de vivir sin prisas deteniéndose a ser espectador de lo que te ofrece. Es tan fuerte y claro el simbolismo de la ventana que si hablamos de abrirla todos la interpretamos como una mirada a la esperanza, al futuro, aunque sea para recordar el pasado. Se identifica con la felicidad de inmediato, independientemente de lo que luego veamos a través de ella. Es a la vez la que une nuestro consciente con nuestro subconsciente y nos hace receptivos a los acontecimientos. La ventana también se ha utilizado para designar la unión de una mente con otra.Es el vaso comunicante entre dos seres.
Escribió Oscar Wilde que el peor crimen era la falta de imaginación. Pues eso no pasará mientras las ventanas nos lleven, bien a las experiencias propias o a las de los otros.Velázquez entendía bien de esto. Todos nos acordamos de esas ventanas espejos que tanto utilizó, donde esa Venus sinuosa de espaldas al espectador muestra una cara vulgar, nada divina, reflejada en el espejo, ventana de la realidad. Nos demuestra así que ese espejo es una ventana que recoge una recreación de lo que se percibe, un pensamiento que sale al exterior, no un reflejo muerto de la realidad.
La ventana es lo más parecido al cine, la fotografía. El poeta, el artista en general, la utiliza para atrapar instantes, situaciones, sensaciones y provocar emotividad en nosotros.
Así desde niños nos hemos escapado por ella hacia ese mundo lleno de ruidos o de calma, de coches y trenes o de rosas y agua que persistentemente encontrabamos repiquetenado en sus cristales. Y ahora, es por la ventana por la que miras para ver esa otra ventana de tu escuela, ese patio y esas canciones cantadas a corto que en forma de eco te llevan, te traen y te mecen.  
La ventana para salir,para renovar el aire, para escapar o entrar en sitios poco convencionales; las ventana para huirdel encorsetamiento, de la asfixia, aunque nos sintamos un poquito transgresores, un poquito culpables por la moral impuesta. El exterior arroja sin cesar reclamos que invitan a abandonar la casa y salir a la calle, donde se desarrolla una vida más verdadera y estimulante: "el ruido" y el "bullicio" atraen con sus cantos de sirena a la voz lírica, y lejos de ser molestos o perturbadores resultan provocadores y de indudable atractivo.

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