La literatura en el cine
Dos novelas, dos adaptaciones al cine: La
elegancia del erizo de la escritora francesa Muriel Barbery (2006), llevada
al cine por la Directora Mona
Achache, estrenada en el año 2009 y por el otro La ladrona de libros del
escritor australiano Markus Zusak (2005), en este caso, la novela fue adaptada
por el Director Brian Percival, estrenada en el 2013.
¿En qué se diferencian y qué tienen en común
ambas historias?
Las dos están protagonizadas por
adolescentes. Por un lado, está Paloma
en la “Elegancia del erizo” y por el otro, Liesel en “La ladrona de libros”. En
los dos casos, se pone de manifiesto la literatura, las palabras, en fin…los
libros. Paloma insertada en un pequeño inmueble burgués de París en tiempos
actuales, rodeada de incomprensión y
Liesel en tiempos de la segunda guerra
mundial con todo lo que ello significa, bombardeos, muerte, destrucción.
Dos miradas se ponen de manifiesto, una
interna, introspectiva, desde “el adentro”, la otra: social, desde “el afuera”.
Liesel con el tiempo desarrolla una habilidad especial para contar sus propios
cuentos, no duda incluso en compartir sus historias para apaciguar a las
personas asustadas por los continuos bombardeos. Mientras Hitler destruye a la
gente con sus palabras, Liesel las recupera y escribe con ellas su propia
historia.
A las
dos las libera la amistad, los vínculos, la palabra, ya sea en un cuarto
repleto de libros o en un sótano, donde las letras se ordenan en muros vacíos y
húmedos.
Tanto en Paloma como en Liesel es el
sufrimiento mismo, el encuentro con lo real de la muerte y la certeza del
nunca, lo que les devuelve la vida y las relanzan a seguir buscando la belleza
en este mundo.
Reconocemos algunos autores en el film, en el
“El erizo” Ana Karénina de León Tolstoi
(1877), El elogio de la sombra,
manifiesto sobre la estética japonesa (1933), también nos encontramos con el film:
Las hermanas Munekata de Yasijuro Ozu
(1950). En “La ladrona de libros” se
mencionan El hombre invisible de H.G.
Wells, que Liesel rescata de la quema de libros y Mein Kampf de Adolf Hitler, entre otros.
Además, esta historia nos remite Al diario de Ana Frank y a la película Farenheit 451, aunque en este caso el
bombero toma de entre las llamas el libro David
Copperfield de Charles Dickens.
Algunas frases:
“En mi religión se
nos enseña que todo ser viviente, cada hoja, cada pájaro… solo vive. Porque
contiene la palabra secreta para la vida. Esta es la única diferencia entre
nosotros y un trozo de arcilla. Palabras. Las palabras son vida, Liesel. Todas
esas páginas en blanco…son para que las llenes”.
“¿Cómo se decide
el valor de una vida? Lo que importa, me dijo Paloma un día, no es morir, sino
lo que uno hace en el momento en que muere ¿Qué hacia yo en el momento de
morir? Había conocido al otro y estaba dispuesta a amar.”
En estos dos Films, es posible valorizar las
ceremonias mínimas, las pequeñas variaciones o pequeños actos que pueden
aportar sentido a la vida de los sujetos. Son estos espacios los que permiten
que se instalen preguntas como: ¿Puede convertirse uno en lo que todavía no
es?, ¿Es posible, mediante un esfuerzo de poesía, convertir la vida en una
epopeya?
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