El cuerpo en la literatura o la literatura en el cuerpo
Desde la mitología el cuerpo es
el vehículo de los dioses. Para humanizarse y mostrarse a los hombres, los
dioses deben corporizarse. De esa manera el cisne le hizo el amor a Leda, o la
lluvia de oro penetró en sus entrañas mientras dormía. Los semidioses,
encarnados en épicos guerreros, podían morir por un error de confección que
dejaba al descubierto el talón de Aquiles. Dios se corporiza, angélicamente, a
través de Maria, en su hijo Jesucristo para morir en la cruz y redimir a los
hombres. Así, desde la antigüedad, la literatura, con los ropajes del mito, se
materializa a través de los cuerpos.
Las ficciones sin cuerpo no son
tales. De hecho ninguna narración, por más fantástica que fuera, podría describir
un ser sin ninguna característica humana. El cuerpo es el soporte de la
literatura y la literatura la extensión, la performidad de los cuerpos.
El cuerpo es posibilidad, pero
también límite. Pienso,en la “conquista” y la “colonia”, en el ensañamiento “civilizatorio”
de lo europeo con los nativos en términos de su cuerpo: “la letra con
sangre entra”; torturar y asesinar un “salvaje” equivalía a salvar su alma.O Don
Quijote y su disolución física potenciada por una imaginación creadora como
alter ego del escritor, artista y pensador, es decir, del Cervantes productor
de otras realidades, otros mundos. O el sujeto convertido en insecto, como
Gregorio Samsa, que se debate en cómo cumplir con su deber a pesar de su
grotesca transformación. Placer y deseo, pero además enfermedad y muerte: Eros
y Tánatos (*).
Michael Foucault el pensador
francés, planteaba que el cuerpo está atravesado por los discursos,
especialmente por los de la modernidad. Por eso se habla del cuerpo como alter ego. Se hace del mismo un socio
que se halaga o un adversario al que se le combate para darle la forma deseada.
El escritor, como cualquier
trabajador, también somete su cuerpo a una rigurosa disciplina para producir su
obra. Recordemos a Dostoyevsky
escribiendo febrilmente asediado por la epilepsia. O a César Vallejo
estremeciéndose de frío y hambre. El discurso literario parte del cuerpo
individual del escritor para insertarse en el cuerpo social. Es decir, los
discursos sociales también pasan por el cuerpo del escritor.
Las palabras no están allí sólo
para describir los objetos, sino para hacer posible la existencia de estos. La
literatura tambien es, fundamentalmente una puesta en escena, mejor dicho, una
puesta en palabra. En este sentido, y como lo expresaba Foucault, el cuerpo
lleva en su vida su muerte, en su fuerza su debilidad, la sanción de verdad y
de error de la misma manera que conlleva también, e inversamente el
origen-procedencia. Como dice el famoso verso en los Cuartetos del poeta
T.S.Elliot, “en mi comienzo está mi fin”.
El escritor es un dramaturgo,
director de escena y actor a la vez, que recrea y resemantiza su experiencia
social, consciente o inconscientemente, desplegándola en un texto plagado de
intertextos procedentes de diversas formaciones culturales y discursivas, además
de la suya. Como decía Fernando Pessoa, es un “drama en gente”. El escritor es
generalmente “un bicho raro” en la institucionalidad enajenadora de una
sociedad globalizada mercantilmente.
“La ciencia es basta, la vida es sutil, y para corregir esta distancia
es que nos interesa la literatura”. Roland Barthes.
"En la noche a tu lado
las palabras son claves, son llaves,
el deseo de morir es rey.
Que tu cuerpo sea siempre
un amado espacio de revelaciones"
Alejandra Pizarnik
(*)Eros y Thanatos
(*)Eros y Thanatos
Freud
teorizó que la dualidad de la naturaleza humana surgió de
dos instintos: Eros y Thanatos. Vio en Eros el instinto de la vida, el amor
y la sexualidad en su más amplio sentido y en Thanatos, el instinto
de la muerte, la agresión. Eros es la impulsión hacia la atracción
y reproducción; Thanatos hacia la repulsión y la muerte. Uno
lleva a la reproducción de la especie, el otro hacia su propia destrucción.
Fuente de inspiración para pintores y artistas a través de
los siglos, este maniqueísmo continúa ofreciendo una fuerte
fascinación a los artistas contemporáneos que forman parte
de esta exposición, en la cual, cada uno a su manera, trayendo su
propia experiencia, interpreta el ineludible significado de la condición
humana.
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