El taller Literario/¿Se puede enseñar a escribir?

El Taller Literario
"Un taller es fundamentalmente un lugar de encuentro, donde quien tiene una vocación literaria, viene a encontrarse con sus pares". Isidoro Blaisten

Un taller tiene valor en la medida en que todo el grupo es capaz de producir conocimientos, adquirir destrezas y reflexionar. Es un lugar donde podemos transformarnos en personajes, traducir sensaciones y pinceladas de un paisaje que con el tiempo, puede ser una verdadera búsqueda estètica que afirme la voz personal, sentida y arriesgada.
En el taller, descubrimos el placer de escribir y leer, "desmitificando" la idea de que la escritura es accesible para unos pocos iluminados. Se fomenta una real apropiación del lenguaje como herramienta de expresión/construcción. Jugamos estableciendo una relación abierta en un  mundo ilimitado, perdemos el miedo a la hoja en blanco, difundimos lo escrito entre los compañeros, como una experiencia enriquecedora que permite recoger la opinión del otro acerca de nuestro trabajo, no desde el rol de la crítica, sino desde las impresiones generadas por las lecturas de estos, que posibilitan la interacción -autor/lector-y el debate.
El coordinador
Es un guía, que propone lecturas, consignas, ejercicios, juegos y todo tipo de dispositivos de aprendizaje y creación. No encierra el saber, sino que propone trabajos. Es un facilitador que promueve la participación y la colaboración entre los talleristas.Estos son los verdaderos protagonistas, a los cuales se les brinda soporte y estímulos constantes. Leer es parte fundamental de un taller literario. Desde la coordinación se comparten y recomiendan lecturas, algunas para ser analizadas, otras para profundizar y expandir el universo literario.
Análisis de un texto
Implica no sólo una penetración crítica en su contenido básico, sino tambièn una sensiblidad aguda, una permanente inquietud intelectual, un estado de predisposición a la búsqueda. De esta manera, quien lee puede asumir una postura de curiosidad, la de quien pregunta e indaga. No se busca la lectura puramente mecánica, ni colocarse frente al texto como si estuvièsemos  magnetizados por la palabra del autor.
Las consignas
Son pautas o fórmulas propuestas a todos los talleristas para estimular y orientar la producción de textos. Una de las posibilidades, de trabajar con consignas es la de pensarlas como un desafío.Ahí está el coordinador en la ocupación de descubrir surcos nuevos, evitando apelar a aparatos de repetición mecánica, es un poseedor de cajas repletas de material variado. Toda consigna es una apuesta, ya que el juego consiste en provocar "desentumecimiento".
Cada semana una historia diferente. Cada encuentro una nueva oportunidad para el juego, la invención, la posibilidad de acceder a otros mundos y de crear nuevos lenguajes.



 Fragmento escogido de El arte de escribir, de Antoine Albalalt, escritor, crítico y ensayista francès:
¿Puede escribir todo el mundo? ¿Se puede enseñar a escribir?
Hay muchas personas que dirigidas y aconsejadas, pueden formar y aumentar sus aptitudes hasta llegar a tener talento. Muchos ignoran sus propias fuerzas y ni siquiera sospechan que poseeen potencial para escribir.
Las tres cuartas partes de las personas escriben mal porque no se les ha demostrado, el mecanismo de estilo, la anatomía de la escritura, cómo se encuentra una imagen, cómo se construye una frase.
En principio, todo el mundo puede contar lo que ha visto ¿Por què no ha de poder cada uno escribirlo? La escritura no es más que la transpiración de la palabra hablada. Muchas personas, declaran el arte de escribir: "inaccesible e indemostrable, que enseñar a escribir es imposible o que es cuestión de inspiración, y no puede enseñarse a tenerla". En esto hay una confusión. En el arte de escribir hay una parte demostrable, algo de oficio, una especie de trabajo detallado y profundo que proporciona casi tantos recursos como la inspiración. Hay cualidades no adquiridas y por adquirir. Las que pueden adquirirse superan tal vez a las que se poseen.
El trabajo ayuda a la inspiración; èl es quien la hace fructificar; por èl se llega a duplicar las propias fuerzas. No se trata, bien entendido, de dar fórmulas seguras, reglas matemáticas, recetas infalibles para escamotear las dificulatades y encontrar bellezas ficticias. Se trata de descomponer la forma, de analizar los giros y las expresiones.
La primera condición preparatoria para escribir es la de conocerse, y para eso es preciso examinarse, conocerse a sí mismo, estudiarse, saber, como dice Horacio, què peso se puede echar uno sobre los hombros ¿Cuáles son sus preferencias? ¿Tiene usted aptitudes para la novela, para el diálogo, para la poesía, para la descripción? Nada es más fácil que conocerse a sí mismo literalmente. Nuestra imaginación tiene mirajes que nos engañan. El verdadero germen está, a veces, ahogado y no aparece hasta muy tarde. Gautier se creía nacido para la pintura, Rousseau no comprendió que era escritor hasta los cuarenta años, Honorato de Balzac estuvo muchos años escribiendo novelas de aventuras. Una casualidad nos revela a nosotro mismos. No triunfaremos siempre en lo que más nos agrada. Para tener completa certidumbre de nuestra vocación es necesario repetir ensayos, volver a empezar las pruebas, cambiar de ejercicio, pasar de una lectura a otra. 

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